jueves, 24 de marzo de 2011

Cuarenta y nueve de cuarenta y nueve (2) - Varios autores



A merced de una catastrófica paradoja - Sergio Gaut vel Hartman
Desconfiado, se empeñó en vivir en una carpa, en la cima del monte Calvario, aunque le aseguraron que Tandil estaba demasiado alto y lejos de la costa para ser afectado por un tsunami. Un meteorito de media tonelada decidió terminar sobre su cabeza un viaje de millones de años.

Asesina en masa - Guillermo Vidal
Una modelo retirada, escondida en una torta, apareció repentinamente y ante el estupor de los presentes obligó a dos de sus rivales a comerse los tres pisos de carbohidratos con capas de chocolate y dulce de leche, incluidos los adornos. Las víctimas fueron hospitalizadas y permanecen en coma diabético.

Atajo - Esteban Moscarda
Tomé aquel atajo por descuido. El lugar parecía ofrecer inseguridad y, tal vez, cosas peores. No había nadie. Era un lugar extraño, ambiguo, insostenible. Pero ya estaba, ya no había marcha atrás. Entonces comencé a desaparecer, mi piel se hizo niebla y fue allí que decidí cerrar el libro.

¡Ay, el amor! - Carlos Enrique Saldivar
Estoy enamorado de mi sombra. Lo único malo es que no puedo tocarla. Pero sí la puedo contemplar durante el día, cuando hace sol. En las noches duermo con luz artificial a su lado, muy contento. Cuando hay apagón se extravía, eso me entristece. Pero ella siempre retorna. Siempre.

Babel - Raquel Barbieri
Las gemelas Torres Babel no saben idiomas, ni siquiera el propio. Se comunican con gestos inventados por ellas, y sólo entre ellas mismas. No tienen más códigos que sus manotazos y revoleos oculares. Se llaman torres y son gemelas. Se llaman Babel y no hablan idiomas. Ironía del destino.

Buenas razones - Guillermo Vidal
De tanto cavilar los científicos pierden la respuesta más sencilla. No se ha captado vida extraterrestre hasta la fecha, no por estar solos sino porque estamos fuera de cobertura y tanto aquí como en cualquier otra parte de la galaxia a nadie le gusta atender una llamada por cobrar.

Búsqueda - Miguel Dorelo
Busqué en vano, buceé en tu alma y corazón sin lograr hallar ni siquiera un atisbo de aquél amor. Harto de dudas existenciales busqué en todos y cada uno de los rincones de tu cuerpo carnal. Tampoco encontré nada, pero puedo asegurar que resultó mucho más divertido y placentero.

Cadenas - Adriana Alarco de Zadra
No voy a marchar al compás de trompetas militares ni de flautas celestiales. La libertad significa no acarrear cadenas metálicas ni ideológicas, repetía el abuelo de mi madre, después de ver rodar cabezas bajo la guillotina francesa. Ese es el premio más preciado que un ser humano puede desear.

Camino al andar - Héctor Ranea & Sergio Gaut vel Hartman
Caminaba y caminaba el hijo de la pavota. Le habían dicho que se hace camino al andar. Y así sigue y sigue, emulando a Antonio Machado con la obstinación de un picapedrero, avanzando ochenta metros por día, ignorante de que se necesitarían quince vidas completas para completar la circunvalación.

Ciclo cleptomaníaco - David Moreno
Primero fueron chupetes y sonajeros. Más adelante, pinturas, canicas y golosinas. Hasta que llegó el turno de anillos, collares y monedas de todos los colores. Su bolsillo se convirtió en un agujero negro, donde todo cabía. Todo, menos los barrotes de una prisión que sin darse cuenta, crecieron atrapándola.

Conversaciones en el Bar “Sin Final” - Héctor Ranea
—Me parece —dijo El Hormiga— que por más que se siente como langosta, usted será siempre vizcacha.
—Y a mí me parece —dijo El Peludo— que usted más se parece a un cura beodo que a una cucaracha.
—¡Qué pesado! —dijo la dama del cuadro, desde atrás del vidrio.

Desarmado - Fernando Puga
No me des la espalda. No sabré qué hacer con ella. En tus ojos sueño, con tus manos amaso el barro, entre tus labios me sublevo, sobre tus pies planeo. Pero tu espalda… No, te lo ruego. No me des el silencio de tu espalda. Ni siquiera podré asesinarte.

El final - Jesús Ademir Morales Rojas
Heston sabía que el fin se acercaba. En el firmamento las estrellas estallaban en furiosas convulsiones de energía. Los monos urgían al héroe a que llegara al reactor lo antes posible. Sin embargo, el vehículo, con Heston y los monos, se derritió mucho antes. El tiempo finalmente se detu…

El milagro de San Valentín - Guillermo Vidal
Es un amor imposible. Ella es de la alta tecnocracia y vivirá hasta los doscientos cincuenta años conservando el aspecto juvenil, está escrito en su ADN; él es administrativo y no vivirá más allá de los ochenta y no tiene cobertura para mantenerse joven. ¿Pero quién quiere amor eterno?

Ellos - Patricia Nasello
Es Navidad y está sola, no espera encontrar a nadie pero igual cliquea Facebook. Ve aquella foto, como si él estuviera conectado. La sorprende, creía haberlo quitado hace mucho de la lista, y la hiere. También le regala una esperanza irracional: él hace dos años que se ha muerto.

Episodio en la vida de Morfeo - Esteban Moscarda
Morfeo camina por el bulevar de los sueños derretidos. En su mano derecha lleva una brújula. A la guía Filcar la olvidó en la guantera de su carruaje. Está buscando otra calle pero es difícil encontrar algo en aquella ciudad. Finalmente, la encuentra: es la calle de la Vigilia.

Explosión fallida - Esteban Moscarda & Sergio Gaut vel Hartman
Kriptón parecía a punto de explotar y el padre de Kal-El construyó una nave para salvar a su vástago. Pero hizo mal los cálculos y tras varios años de viaje interestelar el niño regresó a su planeta, que seguía intacto.
—Perdón, hijo.
—¿Perdón? Te vas a comer una demanda…

Ensueño- Estefanía Duarte
El saludo… un tierno beso. La fría madrugada y la soledad de las calles, reaviva el encuentro. Sus manos se encuentran rápidamente, extrañándose. Conocen el arte de amar, olvidan lo prohibido. Sus almas se funden en el acto, transformándose en una. Despierta. Intenta dormirse. Solo quiere volverlo a ver.

Hic sunt dracones- Alejandro Domínguez
El mapa indicaba claramente, hic sunt dracones, pero todos estaban escondidos o el ojo humano había sido despojado de la capacidad de percibirlos. Pasaron varios días; se perdió la esperanza de cualquier avistamiento. De regreso al puerto de origen el barco extravió el rumbo, llegó al horizonte y cayó.

Ideas - Adriana Alarco de Zadra
Llevo un fardo con ideas: no hay dinero, joyas, perlas ni diamantes. Sólo ideas que me persiguen en las horas de insomnio. Pueden ser buenas, malas, deliciosas, perversas, inútiles o divertidas. Todas fueron sembradas en mi almohada en medio de la noche pero no puedo compartirlas. No podrán dormir.

Inclemencias del tiempo - Fernando Puga
Llueve. ¡Qué romántico! Si no fuera porque se tapa el desagüe del techo de chapa y empiezan las goteras, se empantana la camioneta en el barro del bache de la esquina, se corta la luz, se inunda de mosquitos la barriada, se lleva el agua todo nuestro esfuerzo cotidiano…

La conversión - Luciano Doti
Anoche salí con la chica que conocí por chat. En el fragor del encuentro, me dio un beso en el cuello que me dejó marca. Hoy, noté que el sol me hace doler los ojos y arder la piel. Intento verme al espejo, pero no me reflejo en él.

La segunda es la vencida - Héctor Ranea
Bram Stoker escribió un Drácula 2, pero fue bochado por el Director de la Editorial. En la novela, van Helsing encuentra una cura para el vampiro, quien para agradecérselo se va con él al Amazonas y años después a Calcuta, con Teresa, de monaguillo. —¡Fracaso rotundo! —gritó el Editor.

La verdad de la milanesa I - Daniel Frini
Testigos aseguran que David era un peleador sucio (seguramente algo que le venía de famila: los siete hijos de Jesé eran muy pendencieros). Cuando fue el famoso episodio con Goliath, David no apunto su tiro a la cabeza. No os imagináis, damas, como duele un piedrazo en los huevos.

La verdad de la milanesa IV - Daniel Frini
—¡Carajo! —gritó Dios, mientras golpeaba su escritorio
—Pero, mi Señor… —intentó defenderse el Ángel
—¡Mi Señor, las pelotas!
La Orden de Trabajo decía «a nuestra imagen y semejanza»…
—¡Esas fueron mis palabras, sí! ¡¿Pero quién fue el imbécil al que se le ocurrió usar al Petiso Luchini como modelo!?

Lógica - Ada Inés Lerner
Mi marido repara nuestro automóvil estacionado frente a la casa.
Observo que busca algo en sus bolsillos, en la guantera, en el baúl.
—¿Qué buscas?
—La llave Nº 4.
—Quizá dentro del garage.
—¿Por qué? Si el auto y su problema están aquí afuera.

Manzanas - Esteban Moscarda
Dios diseñó el mundo pensando en manzanas. Antes de la luz Jehová solo concebía la realidad de esa manera, con esa forma. Lucifer fue el primero en rebelarse: él prefería las peras. Lo de Adán y Eva es otro tema: ellos querían que el Edén estuviese hecho de sidra.

Meta postergada - Patricia Nasello
La nieve es un castigo, un suplicio. Intento llegar al árbol como si fuera mi casa y adentro estuviese mamá con un beso y un plato de sopa tan caliente que debiera soplar para no quemarme.
—Falta menos —pienso estúpidamente. Hace una eternidad que padezco frío y esfuerzo. Nunca llego.

Muchísima arena - Nora Chimirri & Sergio Gaut vel Hartman
Decidió realizar una experiencia de enriquecimiento interior lejos de los mejores hoteles. Pero luego de recorrer muchos kilómetros en camello necesitó ir al baño.
—¡Discúlpeme! —exclamó—. ¿Dónde está el servicio?
—Detrás de esa duna —respondió el beduino con una sonrisa—; todo el Sahara es un gran inodoro.

Nariz absoluta - Héctor Ranea
Desde Caperucita a Blancanieves, Aurora, Cenicienta, Wendy, Heidi, Flora, Fauna, Primavera, Maleficient, Morgana, La Befana y hasta la pelirroja Lady Godiva hacían lo imposible para ir a dormirlo a Pinocchio y, a la mañana siguiente lo hacían contar algunas mentirijillas para horror, indignación y celos del hada Pelo Turquesa.

Náufrago virtual - Fernando Puga
Está lejos del mar. No habrá dónde arrojar la botella. En su blog escribe el grito de socorro. Ahora no se atreve a quitar los ojos de la pantalla, no sea cosa que entre la respuesta y la ahoguen las olas virtuales mientras él se abandona a su suerte.

Otra de Dorian - Guillermo Vidal
—El contrato era que absorbieras todas las consecuencias de mi vida corrupta y yo permaneciera siempre igual —se quejó Dorían viendo marcas profundas en su rostro.
—Yo cumplo mi parte pero vos no te cuidas nada, te dije mil veces que no tomes sol al mediodía —respondió el retrato.

Otras ciudades invisibles 2 - Héctor Ranea
—Con Bajada de Lajas, son tres las ciudades que conozco —dijo Tiburcio en el Bar “Sin Final”— que para verlas hay que entrecerrar los ojos. La gente que vive ahí se siente como colgada de un cuadro, mire cómo se lo digo. Eso sí, para mí son de vidrio.

Paisano sufrido que llega una tarde de verano al Bar “Sin Final” - Héctor Ranea
—Cerveza, patrón.
—Ahí va —lanzó el del bar.
El líquido salió como para pelar chanchos. El paisano no arrugó, se la mandó al garguero.
—Menos mal que está fresco acá, patrón —dijo—; de donde vengo, el fuego del asado le parecerá helado.
Al patrón se le congeló la osamenta.

Política - Adriana Alarco de Zadra
Fascinados por la política, decidieron jugar al ajedrez. A veces enrocaban y escapaban, vencían o perdían. El juego se hizo cada vez más ardoroso y riesgoso. Unos blancos y otros rojos, rápidamente se confundieron, se arrojaron al suelo y se tragaron unos a otros sobre los cuadros del tablero.

Principio y fin - Sergio Gaut vel Hartman
—Estupideces —dijo el ugur de los upanisharios—. Se asegura que un tal Dy’os dijo “hágase la luz”, y la luz se hizo. Lo superaré apretando un botoncito; el universo se apagará.
Apretó y la oscuridad se hizo pero, a diferencia del tal Dy’os, el ugur no pudo verlo.

Reflejo invisible - Jesús Ademir Morales Rojas
Lovecraft exploró aquellas tumbas secretas en compañía de Randolph Carter. Dejaron atrás extrañas ruinas de ciudades sin nombre y huellas de criaturas innombrables. Cuando divisaron por fin la luz de la salida, Randolph Carter miró a Lovecraft, sonrió, y se fragmentó entre las sombras. Espejo enterrado que nadie halló.

Remate - Sergio Gaut vel Hartman
El ajedrecista contemplaba fascinado el tablero. La posición le sugería aventuras delirantes protagonizadas por torres, caballos y alfiles; tramas de color inigualable en las que había muerte, seducción, perplejidad, riqueza y hartazgo. Lo que no tuvo en cuenta fue que su adversario le daría mate a la jugada siguiente.

Resolución de la paradoja de Fermi - Guillermo Vidal
La probabilidad de que haya vida inteligente en el universo es muy alta, la probabilidad de que quieran hablar con nosotros es nula. La conclusión es clara pero dolorosa para nosotros: no estamos dentro de las especies avanzadas. Al menos es lo que los delfines respondieron al constructo galáctico.

Revolución jeroglífica - Javier López & Sergio Gaut vel Hartman
El escriba permanece sentado, atento, ojos bien abiertos, mirada fija. El faraón cuenta mentalmente que no se alargue más de 140 jeroglíficos lo que está escribiendo. Pero de pronto aparece un sacerdote de Amón con una directiva revolucionaria, emanada directamente del dios.
—¡A partir de ahora,  49 jeroglíficos! —exclama.

San Patrick’s day - Esteban Moscarda
San Patricio hizo todo por este día: solo quería que millones se hundiesen en barriles de birra. Quería orgías de inadaptados llenando las atestadas callejuelas de los centros urbanos. Él sabía que con una fiesta así, el Hombre se entregaría al caos. Pensó: domínalos cuando la birra haya concluido…

Sinfonía de la Locura, Opus 22 - Esteban Moscarda
La locura es intérprete de teclados psicóticos, delirios de notas que taladran las neuronas de los pobres enajenados. Así es la música incidental de los loqueros, no un arrullo estival, una melodía de ascensor; es esquizofrenia sónica insoportable. Por eso mismo, voy a taparme los oídos con esta 22.

Tejiendo- Raquel Barbieri
La vieja se hamaca en la mecedora y cruje lo que queda de sus dientes, masculla algo siniestro, suspira, teje y teje algo espantoso, grisáceo, amorfo. Teje sin mirar lo que hace porque sólo necesita mantener las manos ocupadas para no ahorcar a su yerno que mira el partido.

Tiento que se corta - Patricia Nasello
Los diez años de amor que las Moiras habían anudado para ellos ya se han cumplido. Mientras Aquiles, enceguecido de furia tras el duro combate cuerpo a cuerpo, arrastra con su carro los restos de Héctor sobre el pedruzco, destrozándolo, Helena ordena a las sirvientas que preparen sus baúles.

Un milagro frustrado - Daniel Frini
 —Lazaro ¡levántate! —gritaba su madre a diario, desde que era un niño hasta la mañana del día en que murió—. ¡Ya cantó el gallo y aún no ordeñaste la vaca! —Ahora, que por fin descansa, no piensa dejar su lecho, aunque se lo estén ordenando desde afuera del sepulcro.

Una mafia más - Sergio Gaut vel Hartman
—Los Pecados Capitales, reunidos en sesión plenaria, rechazamos las solicitudes de Mediocridad, Prepotencia Abuso y Estulticia para incorporarse a nuestro colegiado. Se levanta la sesión.
Lo mismo de siempre, pensó Inteligencia, una vez más ofendida. Serán siete hasta el fin de los tiempos, aunque haya cien miserables mereciendo entrar.

Único superviviente - David Moreno
Transcurrieron cientos de años hasta que alguien hizo salir al genio de su lámpara. No vio a nadie. A su alrededor infinita soledad, un silencio ensordecedor y una quietud extrema. Un débil susurro, apenas audible, le hizo mirar hacia el suelo. Procedía de una cucaracha. —Hola, me llamo Gregorio.

Vacua exactitud - Sergio Gaut vel Hartman
Me pidieron un cuento de cuarenta y nueve palabras y esa es la cantidad que tiene este engendro, ni más ni menos. No obstante, la trama, mera acumulación de vocablos que, a lo sumo, expresan cierta frustración, carece de significado alguno y de ninguna manera puede considerarse una ficción.

Vampiros y monstruos - Guillermo Vidal
—¿Nadie se pregunta Van Helsing el porqué me persigue desde hace doscientos años sin envejecer? —dijo Dracula tratando de ocultarse del sol que lo acechaba.
—Mientras estén a salvo a la gente no le importa si el que los protege es peor que el asesino o es un monstruo.

Ilustración de Guillermo Vidal.

martes, 22 de marzo de 2011

Cuenta regresiva de varios autores 21



49 - Estrategias - Maria Elena Lorenzin 
En un apartado lugar de Australia un día comenzó a brotar pasto azul, tan azul que algunas sectas religiosas pronosticaron el final de los tiempos y hasta hubo una gran ola de suicidios. Lo bueno fue que el turismo subió a índices imprevisibles para esa árida región del planeta.

48 - Claustrofobia - Luisa Hurtado González
Pronto descubrió que sólo podría vivir aquí y ahora, que sólo existía el presente muriéndose a cada instante, que nada le producía más angustia que el paso de los segundos cerrados, herméticos e iguales. Quizás por eso eligió ser escritor, para poder vivir varias vidas en sólo una.

47 – Dulcinea - Jesús Ademir Morales Rojas 
El ingenioso hidalgo emerge desnudo y sangrante de entre la umbría floresta. Sonríe: por fin ha derrotado al enemigo por el que tanto sufrió. En algún lugar, Sancho permanece soñando su propio funeral. Rocinante asoma la cabeza por la ventana con los ojos en blanco; nos mira.

46 - Postal del Apocalipsis - Esteban Moscarda
El fin se acerca. Por fin conoceremos a nuestro padre. El cielo es un derrame de petróleo. El sol ya se enterró en su mugre. La luna intenta sujetarse pero cae. El fin llega y Dios aparece: ya era hora de recuperar este universo, dice riéndose.

45 - La conspiración – Nanim Rekacz
El día que se conocieron había sido preconfigurado en el cosmos: las constelaciones en el sitio preciso del universo, los astros alineados, y ambos sin expectativas alguna de hallar a alguien a quien amar y por quien ser amado. Y así fue. Pasaron desapercibidos mutuamente.

44 - Oferta - Diego Martín Eguiguren 
Ayer me dirigí hacia una joyería y me encontré con una oferta inmejorable, sin dudarlo compré el anillo de compromiso para mi pareja y, tal como me lo habían prometido, me entregaron un ataúd para mi corazón completamente gratis y sin uso de tarjeta.

43 – Cualquier cosa resultaste – Héctor Ranea
–No quiero ser ruin y hablarte como si yo tuviera todo claro –dijo el muchacho a la joven.
–¿Me estás dando el espiante, morocho? ¡Pero quién te creíste!
–Tu foto.
El tiro del final le entró por la garganta, salió por la foto.

42 - El escritor recobra su inspiración - José Enrique Serrano Expósito
El blanco inmaculado del papel sin letras deslumbraba a Jorge por enésima vez.
—¡Dios mío, no se me ocurre nada!, como ayer, como anteayer…
Cerró los ojos y escuchó su corazón; su pluma voló y llenó el papel con una hermosa historia.

41 - Omisión – Sergio Gaut vel Hartman
Empezó casi por casualidad: como sabía una decena de idiomas, algunos de ellos bastante exóticos, chateó con tailandesas, kurdas y lituanas delante de su esposa. Se excitaba muchísimo. No tuvo en cuenta que el lenguaje gestual se aprende en la cuna.

40 - Historia algo machista - Miguel Dorelo
—Me acabo de comprar una princesa inflable.
—Una muñeca, dirás.
—No. Una princesa. Se supone que si la besás se convierte en una mujer de verdad.
—Ah. ¿Y si no se convierte?
—Y…Habría que ver si no es una ventaja.

39 - Pacto - Rolando Revagliatti  
Alguien-Que-Mereciera-Llamarse-Lulú  conoció, sin procurarlo, a La-Muerte-Que-Te-Alcanza, en un crepúsculo del mil setecientos. Importa consignar que, esencialmente, a la primera le disgustó la segunda, mientras que la segunda simpatizó con la primera. Por completo de acuerdo, se arrancaron los ojos.

38 - Fantasmas – María del Pilar Jorge
En los días de lluvia, atrapados entre las nubes, llegan los fantasmas. Se deslizan, resbalan y penetran por los resquicios de las puertas, acosan las ventanas y golpean el alma con sus recuerdos acuosos hechos de sueños quebrados.

37 - Ante varios testigos – Sergio Gaut vel Hartman
—Los sorprendí en pleno acto sexual, señoría —dijo el agente del orden—; estaban haciéndolo delante de varias personas, algunos de ellos, niños.
—¡Digan sus nombres! —exclamó el juez con severidad.
—Aguja —dijo Aguja.
—Hilo —dijo Hilo.

36 - Amor sagrado, amor profano - Sebastián Chilano
Dios estaba aburrido. Y Adán más. Y para colmo tenían hambre.
—Pasame una costilla que prendo un fuego y en un rato comemos.
—¿Y no se te ocurre otra cosa para hacer con una costilla? —preguntó Adán.

35 - Meditación intrascendente - Héctor Ranea
El discípulo preguntó al maestro cómo pensar mientras las abejas trabajan en un parque florido.
—El deleite de la abeja es tu motor de búsqueda.
El discípulo no entendió absolutamente nada; lo buscaría en Internet.

34 - Mar Rojo - Fernando Puga
El tsunami arrasó con cientos de aldeas. Ese día las orillas se tiñeron con el color de la muerte.
—¡Gracias, Jehová! —exclama Moisés sobre el acantilado, feliz de haberse librado del ejército del faraón.

33 - Reflexiones de un guerrero - Claudia Gilman
Victorioso y sabiendo que el dios de los mares no le es propicio, Odiseo siente viva nostalgia por la aventura pasada y se pregunta si acaso no ha regresado a Itaca demasiado pronto.

32- Call center – Marcos Zocaro
Para conocer las diferentes comodidades del Cielo, marque la opción 1. Para presentar una declaración jurada con sus pecados, marque la opción 2. Para comunicarse directamente con Dios, muera y será atendido. Muchas gracias.

31- Lo que realmente importa - Miguel Dorelo
Si realmente quieres conocerme busca en mi interior, me dijo. Apenas enterré el cuchillo en su estómago comenzó a chillar como una marrana. No hay caso, nunca entenderé a las mujeres.

30 - La maldad de las cosas inanimadas III - Daniel Frini
El viento era sudeste; pero la veleta marcaba el norte. Cuando rotó al sur, la veleta marcó el noreste. Nunca pensó que pintar al gallo de rosa pudiera enojarlo tanto.

29 - Pinacoteca III: Técnica - Nuria C Botey 
Había encontrado la técnica ideal para pintar el viento: abría dos ventanas enfrentadas y dejaba que la corriente de aire depositara en el lienzo la pintura que él lanzaba.

28 - Revelación literaria – Marcos Zocaro
Según las malas lenguas de la filología, Franz Kafka sería uno de los heterónimos de Max Brod, quien a su vez tendría como alter ego a Gregor Samsa.

27 - Rafael Vázquez
Cuando le impuso las manos, el ciego pudo ver, pero advirtió que en todo se observaba una sutil huella dactilar. Es que Jesús acostumbraba firmar sus milagros.

26 - Griselda Frini
Vino en busca de asilo sentimental. Pidió un te amo, dos besos, tres caricias, cuatro miradas. Se llevó cuatro cachiporrazos, tres picanas, dos incomunicaciones, un arresto.

25 - Todo confuso – Ricardo Giorno
La mostaza resplandecía de importancia: ella coronaría el tentempié. Pero, a último momento, el dulce de leche la venció. Nunca confíes en panqueques.

24 - Pasión de alto voltaje – Sergio Gaut vel Hartman
—¡Cuando me penetra me electriza!
—¿Triple penetración, dijiste? ¡No te puedo creer!
—Triple —aseveró la tomacorriente sin dejar de pensar en su amado enchufe.

23 - Serie kafkiana III - Antonio Cruz
Samsa buscó en la guía un veterinario especialista en insectos. Como no encontró ninguno se tiró en la cama a esperar la muerte.

22 - Irrefutable - Carolina Fernández Gaitán
El hombre aseguraba haber hallado la piedra filosofal que otorga la inmortalidad. No hubo forma de objetarle, hasta el momento estaba vivo.

21 - Clamor de un caído - Daniel Frini
La lluvia lavó nuestros pecados. Todos y cada uno de ellos. Una pena. Antes, durante la sequía, todo era más divertido.

20 - Estación – Rafael Vázquez
El dispositivo escaneó cada hoja, cada tono café y ocre, cuando acabó de procesar los últimos, declararon digitalizado el otoño.

19 - Cucaracho - Marcelo Shulman
“CUCARACHO GIGANTE DEVORA EMPLEADO”  grita la placa roja de “Cósmica TV”.  Cámaras en la habitación de Samsa. Monstruoso bicho.

18 - Mentiras piadosas - Gi Aronson
Si nuestro cuerpo estuviese formado por un 70% de agua, entonces para bajar de peso bastaría con pincharnos.

17 - Evolución - Julio César Pérez Méndez
…y llegó el día en que el ratón hizo doble clic, con el omoplato izquierdo del hombre.

16 - La negación de la negación - Saurio
Por más que lo intento, no puedo escribir una ráfaga con una cantidad negativa de palabras.

15 - Identidad – Gabriela Baade
Juan Perez, no pudo soportarlo: se añadió nombres y apellidos hasta que le sonó bien.

14 - Verdades nobles - Odeen Rocha
—¿La princesa se convirtió en sapo?
—No, desde el principio era fea y resbalosa.

13 - Rafael Vázquez
Durante los parpadeos, soñamos sueños fugaces, inconscientes, de unas pocas décimas de segundo.

12 - Rafael Vázquez
Vino un viento tan fuerte que arrancó las plumas a los pájaros.

11 - Claudia Sánchez
No te quejes: Quise curarte de tanto desamor y terminé contagiándome.

10 - Gris - Javier López
Era tan triste que veía grises dentro de un caleidoscopio.

9 – Claudia Sánchez
La oscuridad conceptual no existe. Es una paradoja platónica.

8 - Pesadilla - Gerardo Sifuentes 
La serpiente soñó que le robaban los zapatos.

7 - Saurio
El autor de esta ráfaga no sabe contar.

6 - Claudio Leonel Siadore Gut
Tenemos seis palabras menos de vida.

5 - Poeta - José Manuel Ortiz Soto
Antes de dormir, contaba musas.

4 – El comienzo de una canción – Antonio J. Cebrián
–Un, dos, tres, cuatro…

3 - José Luis Zárate
El eco corregía.

2 - Últimas palabras de un moribundo perverso - Alejandra Vaca
¿Quieren saber?

1 – El párrafo más breve de la historia – Antonio J. Cebrián


0 - Secreto inconfesable - Marcos Zocaro




Ilustración: Salvador Dalí. "El fantasma del Vermeer de Delf cuál puede utiulizarse como a tabla"

lunes, 14 de marzo de 2011

Bagatelas 2, en Cuenta Regresiva – Héctor Ranea


Todos repetimos Para Elisa
Mi y Re Sostenido, repetido dos veces. No se requiere mucho más. Todos conocemos la pieza. Así empieza ¿una carta, una declaración, un sistema de enseñanza? Beethoven hablaba y escuchaba por música, soñaba música y en esta bagatela: ¿Qué escribió, soñó, pensó, habló? Yo imaginé estas otras bagatelas con sabor a la violencia escondida al silencio que condenan los que callan a los que lloran con mucha rabia la sed de justicia. Hay una música que siempre se repite, pero prefiero repetir Para Elisa.

49 – Escenas en el río
Mientras espantábamos las moscas molestas de la orilla, un conjunto de cámara tocaba al aire libre una serie de bagatelas para piano arregladas. La chelista y el violista, a medida que avanzaban los números, se quitaban una prenda de vestir y tocaron la última, desnudos. Al finalizar, todos llorábamos.

48 – La tormenta
Después de la tormenta nocturna, alguien comenzó a tocar el piano en el vecindario. Los silencios que dejara la tormenta coordinaron los dedos de quien tocaba y esa sencilla bagatela convirtió al agua en los árboles en tormentas de congoja. La congoja que precede al abrazo que agradezco.

47 – Evolución solar
Al sol, los cuerpos de tantos que buscan cambiar su color en una búsqueda que los lleve a su amante ocasional, abren el camino para una muerte prematura. Entre arañas el macho acorta su vida para descargar sus genes, entre gentes esto es una evolución bastante extraña.

46 – Ventana
Siempre vuelvo a Beethoven. Podré tener amoríos con Mahler, ponerme a llorar con los barrocos cada vez que me pega. Pero vuelvo a Beethoven; ahí encuentro ventanas y, ahora, una posible salida. Creo que sí: esta vez la Fiscal podrá atenderme por lo de mi violación.

45 – La bailarina y Degas
Resignada, la pequeña bailarina comprada y vendida era obligada a que ese señor la retratara bañándose. Era cansador, hacía frío, pero siempre era mejor que esos viejos asquerosos que venían sólo para su placer. Al menos este, según decía, le aseguraba la eternidad del dibujo.

44 – Obediencia
Yo hice caso a Saulo, quien dijo: “Las casadas estén sujetas a sus maridos… porque el marido es cabeza de la mujer” por eso salté al pozo del ascensor con la cabeza de mi marido atada a mis muñecas. Sin manos, no podrá golpearme.

43 – Malleus maleficarum v. 1.0
¿Acusada de impedir que los hombres conozcan a sus mujeres y que éstas los reciban? ¡Entonces ellos, agotados conmigo, dicen que soy bruja, ellas les creen y el cura, que bien se solaza conmigo, manda a estos dos dominicos! ¡Bésenme el trasero, idiotas!

42 – La bailarina y Toulouse Lautrec
Al hombre retorcido envuelto en vapores de pastis, de ajenjo, de champán, todas las bailarinas quieren mimar. Tiene algo en el brillo de sus ojos que revela más que la fantasía de sus dibujos. Y ellas saben cuándo un hombre es hombre.

41 – Hypatia
El obispo maldito mandó lapidar la bibliotecaria. Hizo añicos su cuerpo, pero preservó su memoria. Tantos siglos de machismo en las venas la hubieran invisibilizado. Los rollos de la biblioteca lloraron su muerte con las salpicaduras de sangre de esa sabia.

40 – Los motivos del llanto
No tiene tiempo de preparar el salto. Ahora está abierta la ventana, la libertad. Titularían así: “La adolescente saltó anoche por la ventana creyéndose en una planta baja. Estaba en cautiverio reducida a servidumbre sexual hace dos años. Nadie detenido.”

39 – La flecha del tiempo
A la orilla del río llegó un cadáver masculino desnudo. La mano de mujer con anillo que meses antes habían encontrado en la panza de un gran bagre permitió reconstruir el crimen. En el anillo quedaron pelos del muerto.

38 – Silogismos krameriano-sprengerianos
Acusado de violador, al cura usó como estratagema citar el Malleus Maleficarum. Dijo que tenía permiso divino y que lo había usado para descubrir las brujas en todas las criaturas. Los Jueces no lo consideraron loco sino peligroso.

37 – Los motivos del llanto 2
La ballena blanca terminó la faena. Llevó a Ahab al fondo del infierno y él pudo ver, segundos antes de morir, una representación del dolor acumulado en la humanidad. Lloró lágrimas que se perdieron en el mar.

36 – Órdenes de arriba (y de abajo)
En caso de ver dos dominicos con cara de braguetas solemnes, dotados de un martillo simbólico, ademanes de lisiados por la religión, abstenerse de ejercer la brujería. Simplemente, meterlos en el caldero y no dejarlos salir.

35 - ¿Por quién toca el carillón?
Las campanas, instaladas en un campanario magnífico, en su alto vuelo suenan esa hermosa bagatela para piano, mientras los aviones de los países que vieron nacer todos esos artistas, bombardean aldeas, fiestas de casamiento, hospitales.

34 – Vuela
La niña que vuela señala al padre que viola. La madre que llora su sangre apunta al cobarde que tiembla. La hoja del machete que corta desgarra, al fin, el pecho sucio del macho.

33 – Descendimiento
Al descender de lo alto, las plumas del enorme cóndor muerto por un cazador furtivo silbaban el Mi del medio. El Re sostenido, apenas audible, apareció casi al tocar el ave el suelo.

32 – Permiso y pensamiento
Maestro, ¡por favor! Tocando Para Elisa, necesito estar concentrado. Estoy aprendiéndola, no puedo dejar que mis manos suenen automáticamente mientras usted hace esos ejercicios de respiración con sus manos en mi pecho.

31 – Máquina del tiempo
Si Beethoven volviera a la vida, las bagatelas las escribiría con la sangre que se derrama en nombre de los silencios de los hombres libres y la resignación de los hambrientos.

30 – Una heladería, un mundo
La niña estrenaba zapatos de taco bien alto en la heladería. ¿Por qué mientras era violada la gente miraba sin hacer nada? ¿Pensaron que era sólo un festejo entre amigos?

29 – Y… hace tanto
Una mujer golpeada, pelirroja, joven, lleva 2600 años muerta. Fue encontrada no hace mucho. Los que la vieron aseguran que en su cara se dibuja la frase: “fue él”.

28 – Los niños otra vez
En algunos lugares del mundo sirven platos basados en carne de cocodrilo para las viandas lujosas. En otros, los cocodrilos almuerzan niños que flotan en los ríos, muertos.

27 – Los motivos del llanto 3
Maestro Satie, copa de ajenjo en mano, ve una mujer brumosa que llora tratando de cubrirse la cabeza con las manos, escondiéndosela en una forma de pera.

26 – Los motivos del llanto 4
Cama y llanto. En la cama ella sólo puede gritar para que el que tiene arriba termine rápido y la deje para seguir llorando el cautiverio.

25 – Conociendo a Beethoven
El pie inicial, fuera de compás, las fugas para huir, las variaciones endiabladas para mostrar el lado oculto, la repetición, para condenarse y la libertad.

24 – Labio a labio
Me rompió la boca a mamporros. Le quebré el cuello con un palo y cosí sus labios para que no pueda hablar ni muerto.

23 – Declaración P.M.
El amigote de mi marido tocó a nuestra nena. —¡Atrevete conmigo! —le dije. Y aquí estoy, en la morgue. Serena, pero ya fría.

22 – Todos repetimos “Para Elisa”
En la partitura tengo de su puño y letra una palabra que me hizo enamorar: puso “ódiame” al comienzo del segundo tema.

21 – Cadena maldita
Primero fue del padre, luego el cura le pidió silencio, después el suegro para probarla. Finalmente, el esposo la tomó virgen.

20 – Los motivos del llanto 5
Cuando el asesino golpea el cuerpo sin vida de su mujer la que grita es la sangre que aún mana.

19 – Anti Clausewitz
Basta comprender las bagatelas para darse cuenta de que si quieres la paz, tienes que prepararte para la paz.

18 – El alma y el terremoto
Todos hicieron negocio con esos lujosos edificios, menos quienes los habitaban hasta el terremoto. Demasiados negocios, poca resistencia.

17 – Blues del canalla
Ella es mi orgullo y alegría. Espero que no se descarríe para no tener que tratarla mal.

16 – Ilusiones musicales
Hay quienes en la partitura de ciertas bagatelas logran ver manos en un piano tocando bagatelas.

15 – Los motivos del llanto 6
La dolorida sombra de una mujer golpeada, apenas encuentra una piedra en el camino llora.

14 – Morgue
La mancha violeta en la cara era vieja; la muerte de la joven, nueva.

13 – Beethoven. Opus 111
Última sonata. Último movimiento. No es bagatela, es un alegato por la libertad.

12 – Panorama nuclear
¿A qué huelen tantos muertos que ni las moscas se les acercan?

11 – Los motivos del llanto 7
Durante las violaciones, la secuestrada por paramilitares no pensaba, todo dolía.

10 – El desgarro
¿Por qué nos toman el cuerpo como botín de guerra?

9 – La máscara roja
Piensa que si me viola durmiendo, no me viola.

8 – Laborales
Dentro de la selva el bar ofrece esclavas.

7 – Los motivos del llanto 8
¡El chocolate no quita mi dolor, turro!

6 – Sonata para piano Opus 111
Beethoven baila su libertad con swing.

5 – Violación permanente
¡Sáquennos las manos de encima!

4 – Los motivos del llanto 9
Somos lo que padecimos.

3 – Promesa de venganza al violador
Maldecimos tu falo.

2 – Hastío
Besos muertos.

1 – Última nota
La.

0 – Así escuchamos el llanto de la mujer golpeada


Héctor Ranea

sábado, 5 de marzo de 2011

De Ojos y de manos. Cuenta regresiva al revés - Héctor Ranea



0 – ¿Qué ven los ojos muertos?


1 – Mirada del ojo zen
Nada.

2 – Lo último que vio antes de besarla
Ojos negros.

3 – Mirada furtiva del ángel ateo
Perdón, mi cielo.

4 – Proverbios 6:17
¿Habla de Pinochet, cierto?

5 – Proverbio. Solipsismo ganadero capitalista
Sin ojos ¿no hay ganado?

6 – Proverbios. Náufrago preparado
O ayuno o como mis ojos.

7 – Miradas y visiones
¿Qué ojo llegó a verte como yo?

8 – ¿Cómo bailan los ojos?
Al soñar nuestros ojos bailan con los muertos.

9 – Colectivo
Todos queremos zambullirnos en los ojos de esa morena.

10 – Talión revisitado
Entre las moscas, la ley del Talión lleva años ejecutar.

11 – La misma vieja historia
Fueron, claro, los ojos más bellos. Hasta que dejó de amarla.

12 – Virtudes que son defectos
Ofrecí generoso mis sueños a mis ojos, pero se comieron mis cuervos.

13 – Sin remedios caseros
No hay ajo que quite el olor a ella de sus ojos abandonados.

14 – Escepticismo fútil
Es inútil decirme que ese ojo que me mira no exista. Es el mío.

15 – Desconfiado como el ojo
Necesité que mi ojo me viera directamente para creer que existo. Ahora soy creyente tuerto.

16 – Sin destino
Por más que se esfuerce, este cuervo no podrá comer los ojos del criador. Es vegetariano.

17 – Proverbios 15:3
Tuve que acercármele para mirar al extraterrestre. Tenía ojos en todas partes, pero era, en verdad, ciego.

18 – Mirage d’amour
Tuve los ojos tan fijos en el horizonte, que al mirarla pensé que era el Sol del amanecer.

19 – Alegoría con carancho
Despachurrado yacía el ojo azul de un carancho albino. Ni las hormigas se acercaban a comerlo, sólo sus hermanos.

20 – Proverbios
Problema de confianza es cuando mi ojo izquierdo recela del derecho: se miran con inquina y no ven el alma.

21 – Igual que con la manzana
Temo perder mis ojos, pero no resisto la tentación de criar este cuervo que recita tan bien a Poe. En inglés.

22 – Más ojos que leen
En la mano lleva un ojo que no está tatuado. Con ése, el pianista ve los colores de la música que toca.

23 – Proverbios y falsedades
Crié cuervos: no me sacaron los ojos, me enseñaron a ilustrar libros que enseñan que los cuervos que críes te comerán los ojos.

24 – Mercado de ojos
—¡A peso los ojos de calamar! —voceaba la gorda.
—¿Para qué sirven? —pregunté.
—Con su tinta escribió su mejor soneto Donne —me contestó sonriente.

25 – Proverbios sobre Golem
Su corazón era de vidrio, como sus ojos. Éstos no veían, el corazón no latía. Vivía por la arcilla, ¿para qué quería corazón y ojos?

26 – Las manos que tocan al pianista
El pianista tocó todo de memoria, pero su ojo vio una dama que pasó las páginas inexistentes de las partituras. ¡Es que tenía manos tan lindas!

27 – Olvidos magistrales
El viejo enseñaba al aprendiz el funcionamiento del atanor cuando previó una receta infalible para el crecimiento del pelo. Al terminar la lección, ya la había olvidado.

28 – Un ojo, un acierto
Miro por entre las hojas y ¡me lleve el tren! La bala me acierta en un ojo. Es triste, pero donde pongo el ojo, me ponen la bala.

29 – Perspectiva en mesetas sin confín
Sobre la lejanía plana de la meseta, el tamaño del ave engaña. Lo que creo un águila es una lechucita y lo que parece un cuervo es un poeta.

30 – Mutación manual
Esta mujer que a mi lado se cambia los ojos con tanta soltura acaba de sacarse las alas de cuero. ¿Debo esconderme o hundirme en su pecho de diosa extravagante?

31 – Criado así
Dejó el pucho en el escalón de mármol del templo y sacó un cuchillo que, adiviné, era de plata. Se acercó y dijo:
—Soy tu cuervo.
Y me comió los ojos.

32 – Rauch
El maldito general ahorraba balas. Cuando podía, degollaba a sus víctimas. De una de ellas saltó un ojo que él escupió. En las lágrimas que surgieron, previó que un alpataco acabaría degollándolo.

33 – El ojo marca el camino
Nadie sabe por qué seguí al gato. De día fue fácil, pero más de noche, por sus ojos. Cuando llegué a la puerta de su casa, supe que no había seguido un gato.

34 – El ojo no es culpable en esos casos
En el órgano de una Iglesia desacralizada, en los alrededores de Verrazzano, se conservan los ojos del último organista, tapando dos tubos. Los usaba para mirar a la mujer del Capitán de la ciudad.

35 – La pasión, según el piano
El piano espera al pianista: afinado, lustroso, bello, simulando tener los ojos cerrados para excitarlo un poco más y dar pabilo a su desenfreno. Pero deseaba que tocara Liszt fogosamente y tocó sólo Debussy, meditabundo.

36 – La hija no reconocida de Moby Dick
El contramaestre estaba desorientado y no era por el ron. La ballena blanca estaba dándole vueltas al “Nantucket” y miraba con ojo implorante. Dio un mordisco al tabaco y gritó:
—¡Otra ballena suicida a babor!¡A cazar!

37 – Perspectiva de la perspectiva
Si desde cierto punto miro el laberinto sé que todos los pasadizos secretos me serán descubiertos y el escape del Minotauro es seguro. El problema es que no sé con cuántos de mis muchos ojos debo mirar.

38 – Cegador cegado
Lazzaro Spallanzani con una mano rogaba a su Dios, con la otra cegaba murciégalos para descubrir los designios del amo de su otra mano sobre su vuelo. Dante, si lo viera, no lo ubicaría con Francesca, de seguro.

39 – Dudas planteadas por la certidumbre
Cuando el maestro zen habló de agudizar su visión interior, ella tragó su tercer ojo, como siempre. Pero aquella vez la glándula quiso visitar el lugar sin Sol y vino con la noticia de que tal denominación era incorrecta.

40 – Perspectiva. Un punto de vista
El río no avanza sin dos orillas, sólo muere. El mar no avanza: no tiene orillas, pero en semejante inmensidad vive. Sin punto de fuga no hay muerte, sin muerte no podría amarte. Sin amarte nada de esto tendría sentido.

41 – En la Patagonia
Mirando el plano de la meseta comprendo que el horizonte nunca está donde creo que está y que más allá no puede haber ni leones ni ñandúes porque ese más allá siempre está a un paso de distancia de este más acá.

42 – Pescador de Cabo Vírgenes
Habituado, descubre el faro norte. El hombre imagina, esa noche de tormenta entre olas gigantes y mareas de primavera, al velador imaginario que acampa en su guarida, cazando pumas locos, encontrando el oro de Magallanes. Cierra la bitácora. Esta noche habrá cangrejos.

43 – Perdido por perdido
Las lecturas, como a tantos, inspiraron al joven a buscar su camino, pero no miró allende el horizonte sino dentro de su lecho. Sus aventuras aparecieron en revistas de lechonautas, tribu de aventureros de las sábanas. Fue famoso, pero nadie conoció su cara.

44 – Protesta en ciernes
La Academia de Visión aprobó recientemente los ojos para androide que simulan lágrimas con silicona transparente y poseen la visión distorsionada de sus pares humanos. Los androides son reluctantes a usarlos pues son adictos a la perspectiva wide screen para ver tenis en vivo.

45 – Rata sin fe
De todas las ratas que existen, me toca una sin fe, masculla el prisionero. Hay las que te sacan los ojos con sus pseudomanos, ésta sólo lee mis escritos. El Divino Marqués se abandona a segundos de autoconmiseración . Rauda, la rata corrige sus escritos.

46 – Ojos que explotan para siempre
Sus ojos estallaron para siempre. No pudieron evitarlo ni abrazos, ni caricias, ni el venero de sonrisas que se le ofrecía cada vez que brotaban los plátanos. Para todo eso, parece, fueron ciegos, sólo tenían luz para una y sólo una sonrisa. Y ella se fue.

47 – De nada sirve tener ojos si la cabeza es ciega. Proverbio árabe
En la soledad de su celda, Bruno calcula la órbita de Júpiter, los ciclos de eclipses lunares, la excentricidad de Marte y especula sobre la existencia de un planeta más allá de Júpiter, pero el Juez no sabe matemáticas. De nada sirve: todo irá a la hoguera.

48 – Tuerto iluminado
La serpiente dibujada por el iluminador estaba en el acto de seducirla.
—¡Mete mi cabeza en tu boca! —Gimió, pero Eva, indiferente, sólo mordió la manzana.
Al fraile se le cayó el pincel, lo que excitó a la víbora que saltó del palimpsesto y engulló su ojo izquierdo.

49 – El ojo que lee
Es cierto que verlo me costó un ojo, pero cuando la cucaracha beoda de Plaza de la Libertad, en Praga, me ofreció llevarme a un salón de masajes Thai se me fue la sangre al occipucio y empecé a leer con otros ojos a Kafka. De hecho, uno solo.